Por mucho que, por una vez,
mi imaginación y tu deseo se encontrasen,
aunque quisieras, no podrías asirme.
Me desharía entre tus manos
como las cosas que no tienen nombre.
En otro tiempo fui capaz de volar.
Ahora tan sólo soy añicos.
Partes que se desgajaron del todo.
En otro tiempo fui capaz de volar
y hay habilidades que nunca se olvidan.
Pero no es suficiente disponer de plumas
para alzar el vuelo.
Para despegar no basta tener alas siquiera.
Lo que yo necesito es que tú me pienses.
Necesito que digas mi nombre para ser real.
Al fin y al cabo, tú eres lo que queda de la esperanza,
el único sueño que no se me ha muerto de realidad.