lunes, 22 de enero de 2007

El túnel

Al más mínimo descuido,
al presente se le abre una puerta
y a través de ella veo a un tipo
que camina a lo largo de un túnel.
Ahí está él: soy yo,
caminando hacia mi propio pasado,
cubriendo la distancia que media
entre ésta y otras vidas que tuve.
Mas, con una palabra,
con un ruido,
con una voz que lleve puesto mi nombre basta
para que regrese a lomos de un segundo
con una pregunta entre los dientes:
¿Será cierto que existe el pasado?
Y en el caso de serlo
–en el caso de ser cierto
que el tiempo que ya fue, de algún modo,
todavía sea–,
¿tendrá un espacio en el que seguir sucediendo?
¿Podrá el pasado existir fuera de nosotros?

lunes, 15 de enero de 2007

Tu nombre

Voy a escribir tu nombre en la arena.
Me dan igual el estruendo del mundo
y el graznido de los pájaros.
No me importa que el viento sople
o que el frío aprenda cómo me llamo.
Yo voy a escribir tu nombre en la arena.
Me trae sin cuidado lo que digan las noticias,
la pasarela Cibeles
o el último discurso del rey de la baraja.
Con mis manos voy a escribir tu nombre sobre la arena.
Y lo haré bien firme,
con letra clara,
a una distancia suficiente como para que esté a salvo
de todas las olas que lo quieran borrar.
Será como un conjuro.
Algo que haré con mis propias manos.
Escribir tu nombre.
No el de aquí.
No el de ahora.
El que es tuyo en todas partes.
En todo tiempo.
Escribiré tu verdadero nombre sobre la arena
y algún día tú tendrás que venir a reclamarlo.

miércoles, 3 de enero de 2007

El nombre de las cosas

Tienen todas las cosas su nombre:
ciudad,
casa,
habitación…
Todas las cosas tienen su nombre:
lámpara,
cama,
almohada...
Incluso en la oscuridad,
cuando nadie las ve,
tienen todas las cosas
—bolígrafo,
cuaderno,
poema—
su nombre.
Pero ocurre que seguramente
no lo saben.